En Brasil, las desigualdades raciales coexisten con un sistema estatal en el que las organizaciones negras participan activamente en la propuesta de leyes y políticas públicas multiculturales. Las movilizaciones negras hicieron que la Constitución Federal de 1988 tipificara el racismo; Que en 1995 el presidente Fernando Henrique Cardoso admitió públicamente que Brasil es un país racista; Y que en 2003 el Presidente Luiz Inácio Lula da Silva creó la Secretaría de Políticas para Promover la Igualdad Racial (SEPPIR). El Estatuto de Igualdad Racial (Ley 12.288 / 2010), una referencia política para SEPPPIR, tiene como objetivo la corrección de las desigualdades históricas, especialmente en lo que respecta a la concesión y garantía de los derechos de los descendientes de esclavos en Brasil. El país también fue signatario de los principales convenios internacionales, como el Convenio 169 de la OIT sobre Pueblos Indígenas y Tribales, la Declaración de Durban y el Plan de Acción contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Discriminación; Y la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas.
Sin embargo, si bien se ganaron derechos a lo largo de las décadas y cada vez era más evidente que no vivíamos en una democracia racial, estudos apuntam que también nos dimos cuenta de que estos derechos podían funcionar como una estrategia para enmascarar el plan neoliberal que perjudica fundamentalmente a las poblaciones negras e indígenas. Actualmente estamos viendo un nuevo giro a la derecha después del golpe de estado de 2016, y los derechos ganados a través de las luchas están siendo amenazados.
Es importante señalar que el logro de los derechos establecidos por la ley ha significado un instrumento adicional de acción política para la eliminación del racismo y sus consecuencias. Sin embargo, las poblaciones indígenas luchan continuamente para asegurar su tierra y dar valor a su cultura en la sociedad brasileña. Los negros luchan continuamente contra representaciones grotescas e hiper-sexualizadas. Desde el punto de vista del ejercicio de estos derechos por parte de individuos y grupos, todavía queda mucho camino por recorrer desde disputas con diferentes sectores sociales privilegiados, para evitar que sus intereses basados en privilegios raciales sigan actuando como barreras.
Así, el estudio del multiculturalismo y el racismo en Brasil debe abarcar tanto la legislación antirracista, las políticas de acción afirmativa y las expresiones culturales, como los impactos del neoliberalismo racial, la criminalización y la violencia física y simbólica que afectan a la población negativamente racializada.
En este proyecto exploramos estrategias de lucha contra el racismo a nivel estatal y no estatal, logros legislativos e impasses para asegurar los derechos, el racismo y el antirracismo en los medios de comunicación y en una variedad de iniciativas, campañas y proyectos organizados por indígenas negros e indígenas - organizaciones racistas.
